El camino de alianzas para la descolonización

Por Javier Smith Torres | Coordinador general de la Red de Colectividades del MVC

El Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) nació hace cuatro años como una concertación de pueblo que aspira a una serie de transformaciones en la estructura de toma de decisiones, de modo que las comunidades y sectores sociales vulnerados y marginados por la politiquería tradicional puedan impulsar una agenda de consenso mínima no solo con sus luchas en la calle, sino también desde el espacio administrativo e institucional. Una de las tres sombrillas programáticas de esa agenda es la descolonización.

Desde principios del 2022, el Movimiento Victoria Ciudadana ha anunciado que busca ampliar la concertación de modo que grupos que no tuvieron la oportunidad o el deseo de unir esfuerzos en el pasado ciclo electoral, así lo pudieran hacer. Por supuesto, al momento de acordar asuntos de programa para esta nueva alianza, la descolonización —con sus procesos, definiciones y complejidades— nuevamente tendrá que estar en el centro de la discusión.

Son pocas las personas que hoy insisten en la vigencia de la actual relación de Puerto Rico con Estados Unidos. Para quienes aún no estaban convencidxs, en las últimas décadas, los diferentes organismos del gobierno de EE.UU. han señalado repetidamente la esencia colonial y transitoria de la relación. Por ejemplo, el H.R. 856 del 1997, aprobado en la cámara de representantes estadounidense 209-208, y el H.R. 2499 del 2009, aprobado 223-169, establecieron que, de ganar la alternativa del ELA, habría referendos periódicos hasta que el Pueblo de Puerto Rico decidiera por un cambio. También fueron esclarecedoras la Ley PROMESA, los casos de Sánchez Valle y Vaello-Madero, y los informes de los grupos de trabajo establecidos por George W. Bush y Barack Obama. La última componenda federal, aprobada 233-191, puntualizó el mensaje, excluyendo por completo al ELA. Cada vez más, se le cierra el paso a la presente relación como alternativa de futuro.

Por otro lado, en Puerto Rico nuestra relación con EE.UU. es una inescapable parte de la discusión pública. Es imposible ignorar los efectos del colonialismo por medio de la imposición de planes fiscales y la paralizante dependencia administrativa y presupuestaria, el acaparamiento de edificios y terrenos por evasores contributivos estadounidenses, el desplazamiento de nuestra población, los límites impuestos por las leyes de cabotaje y el régimen aduanero, la insostenibilidad del modelo económico de enclave y la inmensa repatriación de ganancias, la falta de soberanía alimentaria y energética, o los daños subjetivos (espirituales, psicológicos, culturales e identitarios) que sufrimos colectivamente. Toda persona o colectividad que aspira a ser parte del gobierno necesita internalizar el profundo llamado descolonizador de nuestros tiempos. Ya pasaron los años del estribillo sobre lo urgente frente a lo importante que no solamente le resta urgencia a la descolonización, sino que, efectivamente, le resta importancia.

Para comenzar a atender el colonialismo, el Movimiento Victoria Ciudadana propone como mecanismo fundamental un proceso asambleario que le dé protagonismo a la sociedad civil por encima de las consideraciones partidistas y las tradicionales divisiones por preferencias de estatus. En ese sentido, uno de los mayores éxitos del MVC ha sido aportar a la proyección en la discusión pública de un mecanismo que se ha presentado de diferentes maneras, con diferentes nombres y con importantes diferencias de énfasis desde los primeros años de la ocupación.

Pero las concertaciones traen retos. Resulta insuficiente concebir el proceso descolonizador como un conjunto de reglas y deslindes de un campo de batalla final entre bandos. El camino de alianzas requiere mucho más para ser efectivo y creíble.

  • ¿Cómo se manifiesta y perpetúa concretamente el colonialismo?
  • ¿Cuáles son las transformaciones que tienen que ocurrir para decir que, efectivamente, nos estamos descolonizando?
  • ¿Cuáles  premisas y marcos permiten integrar a todo el País, con su diversidad de preferencias en un proyecto descolonizador común?
  • ¿Qué podemos adelantar aquí y hoy para movernos hacia la descolonización?
  • ¿Qué hace falta para generar un movimiento de pueblo para la descolonización y para la negociación de una nueva relación con EE.UU. que nos ayude a adelantarla?

Las experiencias y los debates por los cuales ha pasado el MVC nos imponen la responsabilidad de apoyar en la navegación de estas y otras preguntas similares. La condición para un trabajo conjunto no es que todo el mundo piense igual o valore nuestras preferencias individuales como sustantiva o procesalmente equivalentes. La condición es la identificación de «pequeñas agendas» que nos permitan dar pasos juntxs.

En primera instancia, un acercamiento hacia la descolonización que podría ayudar a «romper el nudo» es el desarrollo de proyectos y políticas en preparación, específicamente, para un ejercicio de la libre determinación desde una posición de fortaleza y unidad. El documento organizativo del MVC propone “elaborar y ejecutar una propuesta descolonizadora que nos permita superar, material y mentalmente, la dependencia y espíritu de minusvalía para ejercer efectivamente nuestro derecho a la autodeterminación en conformidad con el derecho internacional.» De forma similar, el camino de alianzas podría implicar acuerdos para adelantar las condiciones para la descolonización a través de políticas inmediatas de reconstrucción económica, social y fiscal, organización de nuestro pueblo y transformación de nuestras estructuras democráticas, rescate de nuestras instituciones nacionales, o proyectos de educación en derechos humanos y participación democrática. Podría implicar el apoyo desde el aparato gubernamental a proyectos que «prefiguran» (o reflejan con la práctica) el país descolonizado al que aspiramos. Políticas y acciones ejecutables, de preparación y “prefiguración”, sin necesidad de esperar por el espacio de negociación formal con Washington D.C., nos permiten hacer camino al andar.

En segunda instancia, una alianza que integra a personas con diferentes opiniones sobre cómo deberíamos relacionarnos formalmente con EE.UU. y el mundo podría abrir camino centrando el desarrollo de una visión colectiva del “País descolonizado que aspiramos”1. Podría significar acordar espacios (por ejemplo, la Asamblea Constitucional de Estatus) que permitan identificar una serie de reclamos, poderes, condiciones y transformaciones —máximos deseables y mínimos aceptables— que se llevarían de forma unida a la mesa de negociación con EE.UU. como parte del “derecho soberano [de nuestro pueblo] a auto convocarse y organizarse políticamente, en negociación y diálogo con Estados Unidos”2. Significaría exigirnos desprendimiento y capacidad para subordinar nuestras preferencias particulares a estas aspiraciones comunes y negociar los mejores arreglos que nos ayuden a lograrlas.

El camino de alianzas para la descolonización nos provee una oportunidad para redoblar nuestro compromiso con una ética unitaria y evitar que el tradicional debate de estatus sea obstáculo para un proceso real de descolonización. Haber operado bajo esta premisa por los pasados 4 años, haberla pensado, confrontado con la práctica, discutido y continuamente repensado pone al MVC en una posición privilegiada de poder marcar algunos hitos en el camino. Para que la propuesta descolonizadora de una alianza amplia sea efectiva y creíble, requerirá superar creativa y constructivamente el marco tradicional adversarial y divisivo basado en fórmulas mutuamente excluyentes, definidas de antemano sin consideración de que la realidad política y, por lo tanto, los esquemas legales y constitucionales son cambiantes. Aprovechemos las posibilidades y sigamos abriendo el camino.

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1  Según expresa el MVC en su Agenda Urgente
2  Como establece el Programa electoral del MVC para el 2020

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