Una educación para todas las personas necesita mirarse con perspectiva

Por: Alice Pérez Fernández*
Para: La Revista Ciudadana

Para Paulo Freire la educación “es un proceso de conocimiento, formación política, manifestación ética, búsqueda de belleza, capacitación científica y técnica”.       Aunque muchos de los avances tecnológicos actuales hayan replanteado la forma de enseñanza en el mundo, la importancia de la educación sigue siendo innegable de cara a la formación  de la ciudadanía en el siglo XXI. La educación seguirá transformando vidas y generando cambios en todas las áreas, evolucionando según las necesidades y conocimientos de los tiempos que vivimos. 

Según The United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO por sus siglas en inglés) la educación es un derecho humano para todas las personas, a lo largo de toda la vida, y que el acceso a la instrucción debe ir acompañado de la calidad. La UNESCO es la única organización de las Naciones Unidas que dispone de un mandato para abarcar todos los aspectos de la educación. La UNESCO ejerce el liderazgo mundial y regional en materia de educación, refuerza los sistemas educativos en el mundo entero y responde a los desafíos mundiales mediante la enseñanza, con la igualdad de género como principio subyacente. Su labor abarca el desarrollo educativo desde el preescolar a la educación superior, e incluso más allá. Entre los temas figuran la ciudadanía mundial y el desarrollo sostenible, los derechos humanos y la igualdad de género, la salud, el VIH y el SIDA y el fomento de la enseñanza técnica y la formación profesional.

Mediante el Marco de Acción Educación 2030, el ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) tiene como finalidad «garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida para todos» y el ODS también expone que se debe “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas». Dependiendo del contexto existen grandes desigualdades de género en el acceso, el logro del aprendizaje y la continuación de la educación, generalmente siendo  las niñas las más desfavorecidas; aunque en algunas regiones los niños se encuentran en desventaja. A pesar de los logros alcanzados, existe un mayor número de niñas sin escolarizar que de niños – 16 millones de niñas nunca irán a la escuela (Instituto de Estadística de la UNESCO)  y las mujeres representan dos tercios de los 750 millones de adultos que carecen de conocimientos básicos de alfabetización. En el caso de Puerto Rico, según el Instituto de Estadística, la educación a nivel de bachillerato aumentó de 23.6% a 25.9 %, una cifra significativa entre los años 2015 al 2019. Esto incluye un aumento en la educación de mujeres donde han sido en algunas profesiones el género más representado. Sin embargo, cuando se va al área laboral no necesariamente esto se traduce en trabajo, ni se toma en consideración que el 37.3% de los hogares son sostenidos por mujeres jefas de familia que viven solas. Esto marca una gran desigualdad para atender.

Entre los numerosos obstáculos que impiden a las niñas y mujeres ejercer su derecho a estudiar, obtener un diploma y beneficiarse de la educación, se encuentran la pobreza, el aislamiento geográfico, la pertenencia a una minoría, la discapacidad, el matrimonio, el embarazo precoz, la violencia de género y las actitudes tradicionales relacionadas con el papel de las mujeres.

Para trabajar estas necesidades y desigualdades debemos actuar sobre los procesos educativos. Nadie cuenta con una receta definitiva ni con una fórmula mágica. Cada lugar tiene necesidades educativas que deben ser cubiertas de manera específica. No obstante, sí pueden señalarse algunos rasgos que debería tener la educación del siglo XXI para que se convierta en un motor de desarrollo: 

  • Debe ser flexible y lo más alejada posible de modelos rígidos, pues el mundo cambia constantemente y es preciso que tanto niños, niñas y adolescentes se adapten a nuevos contextos y circunstancias. 
  • Es necesario que promueva valores sociales como la igualdad, la justicia, la cooperación y la ayuda humanitaria, pues de esta forma se anima a la ciudadanía  del mañana a ser motor de cambios estructurales y a tomar conciencia de las necesidades reales de su entorno.
  • Debe insistir en el modelo de desarrollo sostenible como una meta a la que todas las personas debemos contribuir. Los actos de las personas que en algunas décadas guíen los destinos del mundo no pueden obviar la sostenibilidad de la Tierra ni el cuidado de los recursos naturales

En último término, la importancia de la educación en el siglo XXI radicará en su capacidad para transmitir valores que nos ayuden a construir una sociedad más justa, igualitaria, dinámica y diversa, acudiendo a los diversos recursos tecnológicos que nos proporciona el mismo contexto. Es aquí donde radica la importancia de la educación con perspectiva de género en todos los niveles que todavía hay sectores que no entienden y desinforman.  Para lograr esta justicia social y equidad debe realizarse con la mirada justa y problematizando las situaciones para dar soluciones equitativas y que respondan justamente a las necesidades.  Pondré varios ejemplos para que se entienda mejor. 

Cuando a una pareja le nace una hija o  un hijo a la madre le otorgan una licencia de maternidad que no solo le permite recuperarse del proceso sino también hacer el ajuste al cambio que conlleva la maternidad y el apego a su retoño. ¿Acaso  el hombre no tiene que pasar por estos procesos? Pues pensamos que por ser hombres y según la descripción de género bajo el patriarcado le corresponde ser proveedor y no cuidador, así que le toca trabajar y por tanto no se le otorga el espacio de ajuste, adaptación y apego a su nuevo proceso de paternidad. Por falta de perspectiva de género hacia la crianza tenemos esta desigualdad entre los géneros. 

Cuando buscamos servicios de salud para cualquier condición pensamos que los síntomas se observan de igual forma entre hombres y mujeres y hasta lo generalizamos en espacios de temporalidad donde se supone que se vean igual en las distintas etapas de la vida.  Nada más lejos de la verdad, aun padeciendo la misma condición se le debe dar una mirada y análisis (perspectiva) desde los géneros y en las distintas etapas de desarrollo de cómo se dan las enfermedades y sus necesidades de atención dentro del campo de la salud. Esto se ha visto en diferentes proyectos donde las guías están hechas para atender hombres y no mujeres y cuando una mujer se va a atender o va por ayuda hay recursos y procesos en los que no se ha pensado., Esto sucedió con los proyectos para atender pacientes VIH, por ejemplo. Esto se agrava cuando se deben prestar servicios a personas de la comunidad LGBTTIQ donde a veces ni los mismos profesionales de la salud que los atienden conocen las consideraciones y particularidades que deben seguir para la prestación de un servicio de calidad y humanizado. 

No podemos ver el tema de la educación con perspectiva de género como uno de sexualización de menores porque no lo es. El entender que los seres humanos somos diversos y quetodas las personas merecen igual respeto, esto no es sexualización.  Es una necesidad de poder validar la vida de todas las personas en sus diversidades, en su dignidad y derecho a vivir y por tanto debemos darle la justa mirada a todos los grupos y sus necesidades para aplicar las soluciones correctas. El querer equiparar y hasta tratar de hacer sinónimo la perspectiva de género y la mal llamada “ideología de género” es un error garrafal que entre otras cosas nos limita a poder dar el acceso y derecho de forma equitativa a todas las personas en los distintos ámbitos de la vida para que tenga una vida justa y digna y por otro lado es simplemente un discurso de exclusión y discrimen.

Estas cosas y otras más deben enseñarse y estar claras desde temprano en nuestro desarrollo e ir circunscribiéndolo en todos nuestros ámbitos de vida para poder ir cerrando el cerco de la violencia y la desigualdad social y lograr un desarrollo sostenible de cara al futuro. La mirada y aceptación a nuestras diversidades e interseccionalidades como seres humanos nos permite desarrollar y accionar de manera correcta ante las necesidades en todos los renglones de la sociedad y poder construir un mejor país para todas las personas.

En palabras de José Pepe Mujica, expresidente de Uruguay: “Vamos a invertir primero en educación, segundo en educación, tercero en educación. Un pueblo educado tiene las mejores opciones en la vida y es muy difícil que lo engañen los corruptos y mentiroso.”

*La autora es psicóloga, sexóloga, catedrática universitaria y fue candidata del Movimiento Victoria Ciudadana al Senado por el Distrito de Carolina en las elecciones del 2020

Referencias:

https://archivos.csif.es/archivos/andalucia/ensenanza/revistas/csicsif.

https://www.importancia.org/educacion.php

www.resumenlatinoamericano.org/2016/05/04/pensamiento-paulo-freire-el-legado

https://es.unesco.org/themes/education

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *