¿Por qué los mediocres gobiernan?: Derogación de la ley del legislador a tiempo completo

Por José Nicolas Medina Fuentes
23  de noviembre de 2022*

Las abejas no permiten gobernar a los zánganos. Saben que si lo permiten desaparece su especie. Que se fundamenta en el trabajo colectivo, incesante,  organizado. 

¿Pero cómo es posible que una casta de parásitos, corruptos, oportunistas, gobiernen en Puerto Rico? Uno va a la fábrica, a la sociedad civil y nota que se premia la productividad, hay crítica de calidad del trabajo y todas las mercancías. Quien no se guíe por esos colorarios le espera la quiebra. 

En la sociedad política puertorriqueña se han entronizado una casta de pretendidos dirigentes. En 1995 se aprobó una ley nefasta. El legislador a tiempo completo y “repleto”. Los legisladores tienen horario de entrada y salida, altos sueldos y dietas y mordidas ilegales garantizadas. Esa casta si tuviera que trabajar en el mercado sería ejemplo de mediocridad, no daria “pie con bolas”. Esa ley evita que personas productivas y capaces puedan aspirar ya que no pueden dejar sus oficios. Con esa ley se garantiza que los mediocres  controlen el aparato de los partidos del bipartidismo y de los puestos dirigentes  de las ramas judicial y ejecutiva. Los partidos emergentes le han seguido la corriente y deberían hacer un alto y dar un giro de 180 grados. 

Algunos hablan de alianzas y su discurso suena elocuente, florido. Pero preguntamos. ¿Alianzas para qué? Porque cualquier maquinaria que no tenga moralidad, solidaridad verdadera, franqueza, que la mueva el amor y el desprendimiento y renuncia del poder, será engendro similar camino al futuro. Porque no es bueno esconder debajo de la alfombra los actos de oportunismo, de acoso y traición a otros hermanos. Quien desee tener credibilidad debe empezar por reconocer los graves errores, públicamente. Sobre esa base de seriedad habrá pedestal, autoridad moral para cimentar las alianzas. Porque la pega, el cimiento que una las fuerzas aliancistas, que es esa moral con el ejemplo, debe ser más fuerte que las distintas organizaciones y personas  que cofiguren la tercera fuerza. 

Y entre otros asuntos, una tercera fuerza, sus candidatos, deben partir del compromiso con el servicio público. El mejor ejemplo debe ser comprometerse con derogar la ley del legislador a tiempo completo. Que cada candidato de una tercera fuerza se comprometa a seguir trabajando en su oficio, que ha hecho bien y es el pedestal que lo distingue. Que la remuneración sea el sueldo de maestro, artesano, comerciante, obrero, empresario, profesional, cura, abogado, médico o ingeniero. Que nadie que sirva a cargo electivo tenga que dejar su trabajo. Que su remuneración sean modestas dietas para cubrir los gastos de su cargo. De esta manera ningún cacique de barrio, mediocre, burócrata o político profesional podrá lucrarse del servicio público. Basta que cada funcionario electo dedique un puñado de horas bien administradas al mes, pero asistidos de asesores y servidores públicos escogidos en el sistema de mérito y por sectores de la sociedad civil comprometidos con el bienestar general. Hay que virar patas arriba el sistema de gobernanza. 

Ningún voto a candidatos que no renuncien a sueldos y labor a tarea completa. A derogar la ley del legislador a “tiempo completo y repleto”. A reconstruir el legislador ciudadano. A acabar con los politiqueros a tarea completa.

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