Pensamiento crítico: ¡hay que espabilarse!

Ojo abierto

“¡Yo no soy político… no quiero saber de política, no me hables de política!”

Angel Villarini
Por: Angel Villarini Jusino

Así me dijo, de forma serena pero firme, un vecino de Carraízo cuando visitando su vecindario, como parte de la campaña electoral del MVC, le fui a entregar una hoja de propaganda. Yo, Carlos, un estudiante que apenas se inicia en la actividad política, en ese momento no supe qué decir, salvo pedirle disculpas por haberlo interrumpido y darle las gracias. El señor, don Eduardo, al parecer se dio cuenta de lo mal que me había hecho sentir, y me dijo, “no lo tomes a mal, no es nada personal… Dime, ¿de qué quieres hablarme?” Le contesté: “Si usted me lo permite, me gustaría que dialogáramos sobre por qué no quiere usted saber de política. Le pregunto porque muchas personas piensan de esa manera y eso tal vez explique el por ciento tan bajo de personas que votaron en las pasadas elecciones”. Este fue nuestro diálogo:

Don Eduardo: Todos los partidos y sus políticos son iguales. Te prometen de todo para conseguir tu voto y luego no te cumplen y muchos se dedican a proteger la corrupción. Y no importa quien gane, el país irá de mal en peor.
Carlos: Pero, don Eduardo, usted de lo que no quiere saber es de los políticos y los partidos que usted conoce; eso no es lo mismo que la política y la figura del político. Usted está hablado de la politiquería y los politiqueros partidistas. Eso es como poner a pagar a los justos por los pecadores.
Don Eduardo: ¿Y cuál es la diferencia?
Carlos: Que hay una política y políticos buenos, que necesitamos, y una política y políticos malos, que no necesitamos. Le pregunto: ¿Necesitamos leyes que nos permitan vivir en paz, que hagan posible que cada persona pueda tener una vida digna, que se respeten nuestros derechos civiles y humanos; que podamos desarrollarnos plenamente y vivir en armonía entre todos(as) y con la naturaleza; en fin, que satisfagan de forma armoniosa los intereses y necesidades de todos y todas? Y para lograr todas estas cosas, ¿necesitamos que haya personas capacitadas, tanto intelectual como éticamente, para hacer las leyes y asegurar que se cumplan? ¿Qué pasaría si no tuviéramos esas leyes y a esas personas que las hagan cumplir?
Don Eduardo: Sería mucho peor el caos que tendríamos.
Carlos: Tiene usted razón. Necesitamos de la política porque es, por un lado, la ciencia que nos enseña cómo debe y puede organizarse la sociedad por medio de leyes para conseguir todas esas cosas y, por otro, el arte o técnica para diseñar y ejecutar esa organización. La calidad de la política, si es buena o mala, dependerá de que tengamos personas, es decir, políticos y políticas, capacitadas, intelectual y éticamente, para la ciencia y el arte político, para gobernar. Como vivimos en una democracia, el  escoger esas personas depende de que todos los ciudadanos, como usted y como yo, sepamos cómo escogerlas y que estemos preparados para ser parte de esos(as) que gobiernan. Ya sea a nivel de todo el país, el municipio o la comunidad. Por eso en una democracia todos debemos prepararnos para ser políticos o políticas.
Don Eduardo: El problema es que no es fácil encontrar o llegar a ser personas como esas que necesitamos. Además, la mayoría de la gente termina siempre votando por los mismos ineptos y poco éticos, los politiqueros(as) de los partidos de siempre. ¿Por qué?
Carlos: Nos falta educación política, no se nos desarrollan los valores ni la capacidad para ejercer inteligentemente el poder político que la democracia nos confiere. En lugar de educarnos y capacitarnos para ese ejercicio democrático, se nos embrutece y discapacita por medio de la  propaganda, ocultando la información, sembrado miedos al cambio, dividiéndonos en especie de tribus partidistas, en fin, fomentando el que no queramos saber de política o que nos limitemos a votar cada cuatro años y el resto del tiempo dejemos a los politiqueros(as) hacer y deshacer.
Don Eduardo: ¿Y por qué no se nos educa políticamente desde pequeños?
Carlos: Pregúntese quiénes se benefician y quiénes se perjudican si el pueblo no ejerce su poder por no estar educado políticamente, ni escoge a los más capacitados y, los que lo están, no quieren saber de política. ¿Se beneficia el pueblo trabajador? ¿Los empleados públicos? ¿Los desempleados? ¿Los pensionados? ¿Las amas de casa? ¿Los pequeños y medianos comerciantes?
Don Eduardo: No; todos esos se perjudican. Creo que los que se benefician son los que viven de los partidos, de los puestos o contratos que les son ofrecidos, los que viven de la corrupción. También los que invierten en los partidos para conseguir contratos o leyes que los favorezcan. ¿Pero qué puede hacerse para cambiar esta situación? ¿Habría que reinventar la política que se hace en Puerto Rico?
Carlos: Usted lo dijo: ¡Necesitamos una nueva manera de hacer política! Eso es lo que quiere nuestro Movimiento. De eso podemos seguir hablando mañana, si usted me lo permite.
Don Eduardo: Cómo no muchacho, por acá te espero.

 

(Continuará)

 
 

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