El $ueño de Gabi García y USA

Por: José (Papo) Coss

No nos engañemos. El sueño de un atleta boricua de representar a otra nación, siempre viene acompañada de una imagen egoísta de muchos dólares.

Ojalá me equivoque en el caso del destacado voleibolista que abandonó nuestra Selección Nacional.

Digamos pues la verdad, aunque le duela a algunos. Al final ese sueño dolarizado, casi siempre éste se convierte en una gran pesadilla para toda la vida.

Por ejemplo, tomemos el caso de Gigi Fernández en el tenis de campo y otros atletas que sucumbieron a esa tentación. Al final del camino dicen lo mismo: “siempre la bandera de Puerto Rico estará en mi corazón,” pero ya nadie le cree, ni le importan sus ejecutorias. Se quedaron sin el apoyo más esencial, que no se puede medir en dólares.

Dice el refrán popular: “el que vende a su patria vende a su madre.” Luego del momento de entregarse a su anhelado beneficio material, estos atletas se quedan sin patria que los aplauda, ni los recuerde con cariño. Su nombre se convierte en uno más del montón, del que nadie se enorgullece, porque en el fondo el pueblo reconoce solo a sus verdaderos héroes y heroínas.

Tristes esos casos para sus familias y amigos, que no encuentran la manera de defenderlos públicamente. Se quedan sin argumentos, que no sean justificando todo a cambio de beneficios materiales. Al cabo del tiempo, por lo general, se arrepienten de su decisión, al darse cuenta de su traición a los principios básicos de un ser humano que se respeta.

Decía el Ciudadano de América, Eugenio María de Hostos, que “la patria es el punto de partida”. En esa frase se condensa todo lo que podamos pensar, acerca del sentimiento amoroso a la tierra que nos vio nacer y crecer. Darle la espalda a ese principio de vida trae sus consecuencias más allá del bolsillo y se paga muy caro.

Han pasado varios días desde sus declaraciones y nadie ha defendido en los medios de comunicación esa acción egoísta de un joven de apellido García. Hasta uno de los comentaristas políticos de Wapa TV, identificado con la anexión, lo criticó duramente, reflejando indignación. Es decir, que ni siquiera sus aliados naturales lo respaldan y porque les da vergüenza ajena.

Por eso, sentimos una profunda pena y compasión por esa decisión que lo acompañará toda su vida. “No todo lo que brilla es oro.” Le esperan largas horas de reflexión y sufrimiento en el futuro, ante el juicio de su propia consciencia y el rechazo de su gente. Ese enfrentamiento con la verdad es inevitable.

Puerto Rico ama y defiende su soberanía deportiva, por encima de preferencias de estatus.

Más temprano que tarde, Gabi se dará cuenta que los miles de dólares que podría ganar, no comparan con un gran aplauso y el reconocimiento de todo un pueblo, por defender la bandera nacional de Puerto Rico.

Tiempo al tiempo.

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