Cultos combativos

Hemos visto a través de los años la presencia eclesiástica en las luchas del pueblo, aunque no en la proporción que quisiéramos. No obstante, los pastores, sacerdotes y laicos que creemos que la Iglesia debe integrarse a la defensa de los derechos humanos, somos más de los que mucha gente asume y queremos que se sepa.

La Prensa Corporativa hará lo posible por invisibilizarnos porque el sistema necesita al sector religioso para que les justifique los abusos contra el pueblo o para que distraiga al pueblo de lo que acontece en el mundo material. El Cielo nunca fue el único tema de la Biblia sin abordar el trato de unos con otros en la Tierra.

La visibilidad del sector religioso en los reclamos de justicia no conflige con el principio constitucional de la separación de Iglesia y Estado. Dicho principio sostiene que el Estado debe ser imparcial en temas de creencias religiosas para poder garantizarle a sus ciudadanos igual trato ante la Ley. Los pastores no dejamos de ser ciudadanos y toda causa de justicia para nuestro pueblo exige la unión de todos. Algunos hemos hallado inspiración para luchar, en el Evangelio de equidad que Jesucristo predicó, y no podemos dejar que los que promueven las injusticias en nombre de Dios sigan pretendiendo hablar también a nombre de todos los cristianos. No hemos sido los primeros. Martin Luther King, el Monseñor Arnulfo Romero y otros tantos nos precedieron en ese camino.

El año pasado me vino una idea interesante. Ya se habían llevado a cabo lo que otros denominaron: «perreos combativos», bailes como expresión de protesta contra el régimen colonial y neo- liberal. ¿Por qué los Pastores no podríamos usar la misma libertad de expresión para hacer cultos combativos: ¿cultos en los que se predicara contra los abusos que nuestro pueblo sufre, cultos que convocaran al pueblo más allá incluso de las creencias religiosas de cada uno para afirmar las enseñanzas de equidad que son comunes a la mayoría de las religiones?

Con ese propósito hicimos el primer «Culto Combativo» el sábado 5 de noviembre del 2022 frente a los portones de la Fortaleza y en aquella oportunidad predicamos de Isaías 10:1:

«¡Ay de los que dictan leyes injustas y prescriben tiranía para apartar del juicio a los pobres, para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo, para devorar a las viudas y robar a los huérfanos!»

Establecimos unas pautas. Un culto no es para la promoción de ningún partido político. No le hicimos campaña electoral a ningún candidato, lo que hacemos en otros espacios. El objetivo era llevar el mensaje de lo que Jesucristo, los apóstoles y profetas bíblicos dijeron de la opresión a los pobres, crear conciencia de lo que está pasando en Puerto Rico y de que no es necesario que las personas renuncien a sus creencias religiosas para combatir los continuos atropellos que sufren. Pedimos que se evitara el lenguaje obsceno y las incitaciones a las agresiones físicas. La actividad tendría la solemnidad propia de un culto. Muchas personas se acercaron a escuchar y se detuvieron en medio de las aceras y las calles.

El sábado 19 de noviembre hicimos otro en el mismo lugar y predicamos de Proverbios 22:16: «El que oprime al pobre para aumentar sus ganancias, o que da al rico ciertamente empobrecerá». Allí anticipamos, y no por una revelación sino por sentido común, que el contenido de ese versículo se verificaría pronto cuando aún los industriales se vieran afectados por las propias políticas de Privatización que han impulsado. Recientemente vemos al sector privado quejarse de los aumentos a la factura de electricidad, como requiere el pago de sueldos millonarios a ejecutivos de empresas privadas que han recibido el manejo de lo que era un servicio público para convertirlo en una fuente de lucro personal.

Los cultos combativos son una herramienta para educar a un pueblo mayoritariamente religioso desde la Iglesia como plataforma, y manifestar la solidaridad de la Iglesia con los no creyentes que sufren juntamente con nosotros, no para imponer ninguna creencia religiosa.

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