Competencias para las relaciones de familia

En el año 2004 la ONU declaró el mismo como el Año Internacional de la Familia e hizo hincapié en dos de sus funciones: asistencial y socializadora (Martínez de Soria, 2009). De igual forma promueve en los gobiernos alrededor del mundo establecer políticas públicas para desarrollar programas dirigidos a las familias para que estos faciliten el desarrollo de tales funciones. Pero ¿Que ocurre cuando las políticas públicas generadas no se ajustan a las familias contemporáneas? ¿Qué competencias deben tomarse en cuenta a la hora de formar o poseer una familia?

Las primeras experiencias son importantes para el desarrollo de las personas, diversos trabajos investigativos esbozan que las niñas y los niños insatisfechos en sus familias son más propensos a problemas tales como conductas antisociales o simplemente ausencia de habilidades sociales (Martínez de Soria, 2009). Desde la óptica de la intervención social, la familia tiene un papel clave en el desarrollo de la niñez ya que es el espacio desde donde comienzan a descubrir el mundo, a relacionarse, a interactuar con su entorno y desarrollarse como seres sociales (Cristina Sallés, 2011). Sin duda, uno de los contextos sociales más importantes es el de la familia, especialmente en la infancia, en donde una de las funciones principales de los padres, madres o cuidadores es entregar la estimulación adecuada que permita a los/as hijos/as desarrollarse y relacionarse de manera efectiva en otros entornos y con otras personas (Bernal-Ruiz, et al., 2021).

En la ciudad de Medellín se ejecutó un programa llamado «Buen comienzo había una vez», se utilizó un equipo multidisciplinario para educar desde el vientre materno utilizando recursos como los servicios de la secretarias de Educación, Salud y bienestar social impactando a 40 familias y obteniendo procesos significativos implementando dicha estrategia (Hernández, 2012). Dicho programa desarrolla seis campos de competencias familiares en las que se encuentra: El empoderamiento en el rol educativo, calidad afectiva, creación de ambientes educativos significativos, competencias comunicativas, gestión para la atención integral para el desarrollo de los niños y (o) niñas y Resolución de dificultades en la crianza.

El proyecto «Buen Comienzo Había una Vez» concibe las competencias familiares como el conjunto de habilidades, capacidades y conocimientos esenciales que permiten a madres, padres y/o adultos responsables poder hacer de manera adecuada y pertinente frente a la crianza y el acompañamiento al desarrollo infantil (Hernández, 2012). A su vez, las competencias sociales en una familia son elementos necesarios para el desarrollo de conductas positivas y prosociales en los integrantes de tal grupo social. Lograr una alfabetización emocional, favorecer la comunicación y adquirir valores como: responsabilidad social, la adaptación a la realidad, la cooperación, resolver problemas y adoptar decisiones entre otros, aportan al aprendizaje socio-emocional en los individuos que la componen (Martínez de Soria, 2010).

Lo que sienten los padres, piensan, hacen y manifiestan por sus hijos tendrá un impacto muy alto en como éste se conciba a sí mismo, por ende, es menester de los padres o tutores contribuir a la formación positiva del autoconcepto y autoestima en los niños (Cristina Sallés, 2011). Retomando el caso del proyecto «Buen Comienzo Había una Vez», contempla la existencia de una relación recíproca entre el desarrollo de las competencias familiares y el desarrollo de competencias en la primera infancia, pues se potencian mutuamente: las capacidades que va demostrando un niño o una niña desde que nace , su curiosidad, su deseo y capacidad para explorar y aprender de lo que le rodea, a la vez que estas son descubiertas por un adulto significativo capaz de observarle e interpretarle, con el fin de que el adulto mejorara otras competencias que le permiten interactuar acertadamente con el niño o la niña motivándole nuevos avances (Hernández, 2012). Cubrir necesidades socializadoras en los niños y niñas dentro de su entorno familiar pudiera redundar en experiencias de aprendizajes favorables para convivir respetuosamente en comunidad.

La relación con los demás especialmente con los otros miembros de la familia constituye un medio para que las personas aprendan a interpretar, conocer y regular sus emociones (Martínez de Soria, 2010). En un estudio realizado por (Bernal-Ruiz, et al., 2021), concluyeron que las actitudes de los padres, madres o cuidadores que favorecen que sus hijos/as se desarrollen, aprendan y socialicen con otros/as niños/as, estimulando su aprendizaje, siendo un/a guía que les oriente y aconseje en distintas etapas de la vida, y que lleve a cabo una disciplina positiva con base en el buen trato y la preparación para vivir en la sociedad, contribuyen al rendimiento atencional de sus hijos/as, aspecto muy importante, para tener éxito en el sistema escolar.

Por otro lado, las competencias parentales según el modelo de parentalidad social de Barudy está formada por dos componentes principales: por una parte, las capacidades parentales fundamentales y por otro, las habilidades parentales (Cristina Sallés, 2011). Según Barundy y Dantagnan citado en Cristina Sallés (2011), las capacidades parentales se refieren a los recursos emotivos cognoscitivos y conductuales que los progenitores disponen y que les permiten vincularse correctamente a sus hijos, proporcionándoles respuestas adecuadas a sus necesidades, entre estas figuran el apego y la empatía. En cambio, las habilidades parentales hacen referencia a la plasticidad de los progenitores y/o padres en cuanto a dar respuestas adecuadas y adaptar las mismas a las diferentes etapas de desarrollo, entre estas figuran elementos como: los modelos de crianza y la habilidad de crear redes de apoyo que fortalezcan y proporcionen recursos para la vida familiar (Cristina Sallés, 2011).

Para una parentalidad competente deben estar presentes una serie de habilidades presentadas en cinco elementos fundamentales: educativas, agencia parental, autonomía personal y capacidad de búsqueda de apoyo social, habilidades para la vida personal y habilidades para la organización doméstica (Cristina Sallés, 2011). Así mismo, en un estudio realizado por Gómez y Muñoz (2014) citado en (Bernal-Ruiz, et al., 2021) infieren que las competencias parentales influyen en el desarrollo cognitivo, que va ligado a los conocimientos, habilidades y funciones que el/la niño/a va adquiriendo en relación con su crecimiento, y también a los procesos psicológicos básicos; todo esto a la base de sus interacciones primarias, desde su familia como entorno más cercano hasta sus pares insertos en contextos escolares y de ocio.

En fin, la creación de proyectos de impacto en las comunidades que contemplen el desarrollo de las competencias parentales y emocionales en las familias potenciados por equipos multidisciplinarios en los que se atiendan las áreas necesarias para el desarrollo integral de los niños y las niñas, pudiera ser una herramienta eficaz para cubrir las deficiencias o rezagos desde la etapa de gestación, crianza y adultez de estos, así como el desarrollo de aptitudes que le brinden al padre, madre o adulto cuidador las destrezas necesarias para la funcionalidad de las familias y promocionar una cultura de paz en ellas.

Referencias

Bernal Martínez de Soria, A. (2009). Actualidad de la investigación en psicología sobre el desarrollo de competencias sociales en la familia. International Journal of Developmental and Educational Psychology, 2, 313-319.

Bernal Martínez de Soria, A. (2010). Psicología positiva de la vida y de los programas de intervención en la familia para promover competencias sociales. International Journal of Developmental and Educational Psychology, 1, 25-34.

Bernal-Ruiz, F., Torres Pérez, C. P., Cárdenas Tapia, D. M., Riveros Farías, D. A., Vilches Carvajal, C., Farías Hurtubia, M. P., & Quintana López, L. K. (2021). Influencia de las competencias parentales en la atención y la flexibilidad cognitiva en escolares. Revista Liberabit, 27(2), 1-16.

Cristina Sallés, S. G. (2011). Las competencias parentales en la familia contemporánea: descripción, promoción y evaluación. Educación Social(49), 25-47.

Hernández Hurtado, C. M. (2012). Competencias familiares para el desarrollo infantil en la gestación y primer año de vida. Revista Virtual Universidad Católica del Norte (37), 93-111.Nina Estrella, R. V. (2018). ¿Qué es una familia? desde la diversidad en Puerto Rico. Revista Griot, 11(1), 34-52

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