Separación Iglesia y Estado y política electoral

Por Julio Álvarez | Ministro Pentecostal

El Expositor de Escuela Dominical de la Iglesia de Dios Mission Board que en aquél tiempo se llamaba: «El Alumno Pentecostés», dice en la lección 8 del 25 de octubre de 1992 titulada: ‘La Familia Cristiana y la Política»: «El Emperador Constantino en el siglo 3, trató de forzar al mundo a aceptar el Evangelio como la religión del Estado. Lo único que logró fue palidecer la fe y producir un Cristianismo político y mundano». El editor de este expositor de Escuela Dominical, el Pastor Wilfredo Calderón también escribió un libro titulado: «Apocalipsis: un mensaje escatológico», donde dijo: «Constantino introdujo en la Iglesia muchos elementos de corrupción. Quiera el Señor que eso nos ayude a mantenernos vigilantes ante la unión de la Iglesia con el Estado». (página 72, Senda de Vida Publishers, 2003)

Uno se pregunta si otros Pastores que tuvieron la idea de hacer un programa radial llamado: «Sin Separación entre Iglesia y Estado», llegaron a leer alguna vez este libro o este expositor. Pero al menos el libro ha sido bastante popular en muchos seminarios teológicos. El expositor también fue usado por muchas iglesias evangélicas más allá del concilio que lo publicó.

La Separación entre Iglesia y Estado es un principio constitucional que como dije en otro artículo de esta revista dedicado al tema, NO significa que los cristianos y la Iglesia no tengamos voz frente a problemas que nos afectan. Profesar la fe cristiana no nos disminuye nuestra participación ciudadana. Pero sí significa que el Estado sea imparcial en temas de creencias religiosas para que pueda garantizarles a la ciudadanía el mismo trato ante la Ley sin concederle privilegios a unos grupos religiosos. El expositor lo dejó claro al objetar que Constantino declarase el Cristianismo como religión oficial del Imperio Romano. 

José Trías Monge en: «Historia Constitucional de Puerto Rico», expuso que los protestantes fueron los primeros en exigir en nuestra Constitución el lenguaje de completa separación entre Iglesia y Estado debido a la hegemonía de la Iglesia Católica. (Tomo 3, páginas 176- 181 Editorial de la U. P. R. 1988)

La relación de unas y otras iglesias con la política electoral puertorriqueña no se vio tan marcada hasta que en 1960 se fundó el Partido Acción Cristiana, partido religioso cuyo discurso tenía muchos elementos en común con el discurso del partido religioso actual llamado: Proyecto Dignidad. Por más que el Proyecto Dignidad niegue ser un partido religioso, lo es en tanto sería impensable que un ateo que expresara abiertamente su ateísmo corriera para una posición por dicho partido. El MVC es inclusivo en ese aspecto y desde el principio ha tenido entre sus líderes tanto a creyentes como a no creyentes y por eso fuimos y seguimos siendo atacados.

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El Partido Acción Cristiana calificó de inmoral al Partido Popular basándose en el tema de los métodos anticonceptivos y un sector de la Iglesia Católica pidió abiertamente el voto en contra de Luis Muñoz Marín y a favor de la nueva colectividad amenazando con excomunión a los católicos que apoyaran al Partido Popular. La historia se repite como decía el filósofo alemán Hegel. 

Lo injusto de las campañas electorales a nombre de la Iglesia es que menosprecia el hecho de que entre los que integran la Iglesia hay personas de diversas afiliaciones políticas, y no se les pregunta si todos coinciden. Es algo deshonesto y discriminatorio por definición. Hasta no hace mucho se hacía campaña abierta al PNP desde los altares. Los Pastores en nuestro carácter estrictamente personal no perdemos el derecho de emitir públicamente nuestras preferencias electorales y de militar en un partido pero, no tenemos derecho a hablar a nombre de otras personas y menos de todas. Muchos evangélicos que respaldan al Movimiento Victoria Ciudadana o al Partido Independentista Puertorriqueño  han pasado a ser miembros de segunda clase en muchas congregaciones, lo que es opuesto a los principios de unión y solidaridad cristiana que deben prevalecer en una iglesia. 

Esa solidaridad sí nos debería impulsar a combatir los abusos que el gobierno y que otras entidades cometen contra el pueblo, como parte del mensaje de justicia y de equidad que el propio Cristo predicó, porque para esa lucha sí que se necesita a la Iglesia y a toda organización que se quiera unir. Es lucha de todos, es alianza país aún más allá del evento electoral porque se necesita para ir educando, liberando y reconstruyendo a Puerto Rico. Nunca en tantos años predicando desde niño, he usado el púlpito para decir, mucho menos imponer a nadie por quién votar, pero sí para decir que quitarle al pobre para darle al millonario está mal, tal como Jesucristo mismo lo dijera. Del mismo modo lo es el imponer pago de deuda SIN AUDITAR, como han hecho el PNP y el PPD. Hacer de la queja de David en el Salmo 69:4: «¿He de pagar lo que no robé?», la queja de todo un pueblo es lo verdaderamente cristiano.

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