Pablo y la Perspectiva de Género

Por Julio Álvarez || Ministro Pentecostal

Lo primero a aclarar es que por Perspectiva de Género no entendemos creerse vaca, perro o gallina, pues no se justifica tomar cada caso de esquizofrenia que encontremos en las noticias y etiquetarlo como Perspectiva de Género sólo porque alguien tan poco serio como Agustín Laje lo haga persuadiendo a mucha gente buena que lo sigue sin emprender un estudio más profundo.

Tampoco entendemos por Perspectiva de Género la idea no menos absurda de que la identidad sexual de una persona es una mera construcción social donde la biología y el cerebro no tienen nada que decir o que la sexualidad humana es una pizarra en blanco sobre la que la cultura escribe todo lo que quiere. Condenamos, igualmente, la pedofilia y todo abuso particularmente a menores de edad.

Hablando del apóstol Pablo, parece el autor menos calificado para una disertación sobre Perspectiva de Género, ya que por ella entendemos ese enfoque de análisis que consiste en mirar más allá (perspicere en latín) de las diferencias entre hombres, mujeres y seres humanos en general para repensar la distribución de poder entre ellos. 

¿Está bien que una mujer adopte oficios tradicionalmente asignados a los hombres como ser chófer de un camión, y que a su vez haya hombres dedicados a la enfermería y floristería? La respuesta suele ser que en nuestro país esto se ve hace décadas y no se ha necesitado la Educación en Perspectiva de Género para implementarlo. La pregunta que sigue es: ¿Estos intercambios de oficios se ven sin que la sociedad todavía cuestione la sexualidad de estas personas? ¿En verdad hemos superado los estereotipos?

Pablo dice en 1 Corintios16:13: «Portaos varonilmente.» Esto a simple vista descarta todo intercambio de roles. Pero tenemos que preguntarnos: ¿Dirigió Pablo estas palabras a los varones solamente? 

En Grecia y Roma antiguas, oficios como el de soldado estaban restringidos a los hombres. Cuando Pablo compara al cristiano con un soldado requiriendo de los creyentes que asuman no necesariamente la portación de armas materiales de guerra pero SÍ la actitud, la gallardía, la valentía y la disciplina que se espera de un soldado, ¿le hablaba solamente a los varones de la Iglesia, o también a mujeres como Evodia y Síntique de las que dice en Filipenses 4:2-3: «te ruego que ayudes a estas que combatieron fielmente conmigo en el Evangelio»?

El mandato de Efesios 6:10 de vestirse de toda la armadura de Dios usando la analogía del atuendo de un soldado y su equipo militar, ¿era para los varones solamente?

Está claro que no. En ese sentido todos los creyentes, hombres y mujeres fueron llamados por Pablo a portarse varonilmente, o sea: asumir actitudes y valores que la sociedad patriarcal esperaba exclusivamente de los hombres.

El mismo Pablo que declara en Gálatas 3:28: «Ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni varón ni mujer sino que todos sois uno en Cristo Jesús.» Hoy todavía se oye revolucionario, figúrense dos mil años atrás.

El mismo Pablo también al que se le atribuye haber escrito algo de lo más machista que pueda citarse cuando supuestamente ordena en 1 Corintios 14:34 que las mujeres callen en las congregaciones y cuando en 1 Timoteo 2:11 les prohíbe hasta enseñar.

¿Por qué entonces no mandó callar a Aquila y Priscila que dice en Hechos 18:26 que le enseñaron a Apolos más exactamente el camino de Dios, ni a las 4 hijas de Felipe que profetizaban como dice en Hechos 21:9, ni a Febe que fue diaconisa en Cencrea como dice en Romanos 16:1, ni a la apóstol Junia en Romanos 16:7 ni a Trifena y a Trifosa en Romanos 16:12? Porque esas palabras prohibiendo a la mujer hablar NO fueron escritas por él sino añadidas siglos después, y por eso escritores posteriores opuestos al liderato femenino en la Iglesia nunca las aprovecharon para citarlas hasta pasado el siglo 3.

El mismo Pablo que dice que el varón es cabeza de la mujer en el mismo versículo donde afirma que Dios es cabeza de Cristo, y si hay algo enfatizado en todo el Nuevo Testamento es que Jesucristo tiene igual poder e igual autoridad que el Padre. Será el Hijo quien nos juzgará en el juicio final como dice Juan 5:22-23: «Porque el Padre a nadie juzga sino que todo el juicio lo ha entregado al Hijo para que todos honren al Hijo COMO honran al Padre.»

La palabra «cabeza» (κεφαλή) no habla NECESARIAMENTE de mayor autoridad ni siquiera en literatura griega extrabíblica. En Heródoto 4:91 designa la cabeza (o fuente) de un río. En el hebreo del Antiguo Testamento la palabra: «cabeza» es rosh, usada en el sentido de líder o de jefe 180 veces de las 600 que aparece. De estas los traductores de la Septuaginta griega la vertieron como  κεφαλή sólo 8 veces. 8 de 180. 

Hasta los traductores de la Septuaginta siglos antes de Cristo entendieron que este término no tenía como significado principal nada que tuviera que ver con mayor autoridad.

El mismo Pablo que en Efesios 5:22 dice que las casadas se sujeten a sus maridos. Pero, ¿es esto de un solo lado? Pues no. Es mutuo porque el verso anterior dice: «Someteos unos a los otros en el temor de Dios», 1 Pedro 5:5 dice: «Y todos sumisos unos a otros, revestíos de humildad porque Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.»

¿De qué clase de sometimiento habla? Pues de lo que dice en Filipenses 2:4: «no mirando cada uno lo suyo propio sino lo de los demás.» Tan mutua es la cosa que en 1 Corintios 7:4 dijo: «La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo sino el marido, Y EL MARIDO NO TIENE POTESTAD SOBRE SU PROPIO CUERPO SINO LA MUJER.» Estoy consciente de que estás palabras a pesar de ser mutuas, todavía pueden tanto objetarse como usarse para justificar abusos. No quiso decir que una mujer o un hombre estén obligados a tener relaciones sexuales aunque sí existe un compromiso de mutua satisfacción en el contexto del respeto. 

Pero todavía se tiene que preguntar: ¿Pueden ser estas las palabras de un autor machista? 

No crean mis interpretaciones. Simplemente hagan la prueba. Vayan a decirle a un machista latino del 2021 que él no tiene potestad sobre su propio cuerpo sino su mujer, y luego me cuentan la reacción. Imaginen la reacción dos mil años atrás.»

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