Segunda vuelta electoral: ¿Cuestión de principios o una de muchas posibilidades? – Parte 1: Principios y criterios

Por Javier Smith Torres || Red de Descolonización 

Como parte de la discusión hacia una nueva reforma electoral, el Programa de Gobierno del Movimiento Victoria Ciudadana del 2020 propone el principio de «garantizar que quien gane la gobernación cuente con el apoyo claro de la población». Va sin decir que otro principio básico para todo régimen electoral que aspira a ser democrático es que se debe maximizar la expresión libre y genuina del voto. Estos principios están reñidos con nuestro sistema basado en la mayoría relativa (mayoría simple / pluralidad) que permite que personas ocupen escaños electivos sin un apoyo real del pueblo y que incentiva que lxs votantes subordinemos la intención real de nuestro voto a cálculos estratégicos como el “voto útil”.

Por otro lado, tanto la Agenda Urgente como el Programa de Gobierno 2020 proponen una segunda vuelta electoral. En su sección 1.4, la Agenda Urgente lee:

«En el caso de no alcanzar una mayoría simple [sic]1 en las elecciones (50% + 1), las fuerzas con mayor fuerza electoral deberán medirse en una segunda elección.»

Esta propuesta aspira a acercar nuestro sistema electoral a principios más democráticos. No obstante, existe una ciencia electoral, con su matemática aplicada, que estudia diferentes formas de votación y conteo para determinar cuánto se ajustan los sistemas electorales a los criterios que los colectivos valoran y priorizan. Estos sistemas incluyen, pero no se limitan al sistema de segunda vuelta.

Sobre los criterios

Dado que cada sistema electoral funciona a base de unos criterios explícitos o implícitos y que ninguno los cumple todos, el primer paso para determinar el sistema que se utilizará debe ser articular y priorizar esos criterios. Esta primera parte del escrito se enfocará en describir algunos de ellos brevemente.

Supremacía de la primera preferencia: Este criterio establece que la aceptación general de una alternativa se debe medir principalmente a través de su ubicación como primera preferencia de lxs votantes. Es decir, lo más importante para determinar alternativas ganadoras y perdedoras es la primera preferencia de las personas entre las alternativas disponibles. Una alternativa no podría ganar si recibe un apoyo marginal como primera opción, aunque resulte ser una clara segunda preferencia de la mayoría y sea aceptable para más personas que las demás.

Aceptación: Diferente al criterio de la supremacía de la primera preferencia, el criterio de aceptación establece que la opción con cual más personas “podrían vivir” debería ganar. Nos obliga a considerar la medida en cual una alternativa con una mejor valoración positiva a nivel conjunto puede ganarle a alternativas con una peor valoración a nivel conjunto. En esa dirección, algunos sistemas miden, además, la fuerza de esa aceptación. Por otro lado, sistemas que incumplen este criterio funcionan de modo que si minorías significativas votan por alternativas polarizantes, una opción de consenso podría quedar segunda, tercera o más baja y, por lo tanto, eliminada.

Igual peso de todos los votos: Podría ser sentido común que cada voto de cada persona debe valer tanto como el voto de lxs demás. Sin embargo, esto no siempre se cumple. En la segunda vuelta electoral o en el voto preferencial, por ejemplo, debemos analizar si se consideran las segundas, terceras y subsiguientes preferencias de todxs lxs votantes a la misma vez. Una violación a este principio ocurriría cuando a unxs se les obliga a transferir su voto a una segunda o subsiguiente preferencia, mientras que otrxs mantienen el privilegio relativo de que no se recurra a contabilizar sus segundas o subsiguientes preferencias. En otras palabras, no todos los votos valen igual cuando únicamente se le suman votos a algunas alternativas y no a otras.

Independencia de alternativas irrelevantes o “clonadas”: Otro criterio importante es que si la sociedad en su conjunto prefiere una alternativa sobre otra, la primera siempre debería ganarle a la segunda, independientemente de la inclusión o eliminación de terceras, cuartas, o más alternativas. Este criterio lo violan sistemas donde la inclusión (genuina o malintencionada) de alternativas similares (o clonadas) “divide el voto”.

No traición a la alternativa preferida: Este principio establece que votantes nunca deben obtener un resultado más indeseable si expresan su apoyo máximo a su alternativa preferida. Conversamente, no deben tener que restarle apoyo a su alternativa preferida para obtener un resultado más aceptable. Una violación a este criterio podría ocurrir, por ejemplo en el sistema de pluralidad donde se incentiva a votar por el «menos malo». También podría ocurrir en sistemas de segunda vuelta o segunda vuelta instantánea. Si no está clara la ventaja o desventaja de la alternativa preferida, existe el incentivo para «traicionarla» para asegurar el paso de la «menos mala» a una próxima ronda.

Supresión de los efectos del voto estratégico (o nominación estratégica): Considerando lo anterior, un requisito para maximizar la expresión libre y genuina del voto sería proveer los incentivos para la revelación honesta de las preferencias individuales y eliminar los incentivos al voto estratégico (voto útil o voto malintencionado). Ocurre de manera similar con las nominaciones.

Condorcet: El Método Condorcet utiliza comparaciones directas entre todas las alternativas. Las alternativas perdedoras bajo métodos condorcet son aquellas que no le ganan a ninguna de las otras alternativas en estas comparaciones entre pares. Las ganadoras condorcet son las que le pueden ganar a cada una de las demás en comparaciones entre pares. Existe una «paradoja condorcet» donde podría no haber ganadora o perdedora (i.e. la paradoja de piedra, papel, tijera) y donde se podrían integrar otros criterios para resolver el «empate».

Resolubilidad: Otro criterio que se estudia es que siempre se pueda calcular una alternativa ganadora o que el sistema incluya un mecanismo para romper empates sin recurrir a la aleatoriedad.

Los anteriores son algunos de los elementos que deben estar sobre la mesa a la hora de determinar el apoyo que le damos a un sistema electoral u otro. Existen otros como la facilidad para lxs votantes, costos de implementación o la realidad política (por ejemplo, las cláusulas constitucionales). El cumplimiento o incumplimiento de alguno de ellos no significa que un sistema sería mejor que otro —después de todo las sociedades establecen prioridades según lo que valoran. Pero para analizar las ventajas y desventajas de cada sistema electoral es importante articular explícitamente los criterios que estamos utilizando.

En la próxima entrega se enumerarán algunos de los sistemas electorales más discutidos, incluyendo la segunda vuelta electoral, y se analizarán a base de algunos de los criterios mencionados.

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Nota:

  1. Debe decir, «mayoría absoluta»

Referencias:

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