Pensamiento Crítico: ¡Hay que espabilarse! | La iglesia ¿opio o esperanza de justicia para los pueblos?

Julio Álvarez || Ministro Pentecostal

La religión (palabra que viene del latín: religare: volver a ligar o a unir con Dios al hombre que se desligó de Dios) se ha usado durante demasiado tiempo, por ciertos sectores de interés, como un opio para adormecer a las masas: «Frente a los abusos que sufres, ora y quédate callado que en el Cielo tendrás todo lo que te quitaron en la Tierra.»

El profeta Isaías en el capítulo 3 y verso 14 de su libro le hace una confrontación directa a los que ostentaban el poder político y económico: «Jehová vendrá a juicio contra los ancianos de Israel y contra sus príncipes, porque habéis devorado la viña y el despojo del pobre está en vuestras casas». Los ancianos no eran los envejecientes sino los gobernantes. Emplazamientos como éste son raros en las prédicas de hoy. 

El mensaje de los primeros cristianos que también tenían una esperanza celestial fue todo lo contrario a permanecer en silencio. Ellos predicaron para despertar a las masas obreras a lo que dice Santiago 2:6: «¿No son los ricos los que os oprimen y los que os arrastran a los tribunales?» La expectativa y la prédica de un juicio final NO eran para la pasividad silenciosa ante la injusticia sino para el emplazamiento a los explotadores: «He aquí clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, que por engaño les ha sido negado por vosotros y los clamores de los que han segado han entrado a oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra y habéis sido disolutos. Habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza.» (Santiago 5:4-5)

La Iglesia debe ser una plataforma para crear conciencia sobre lucha de clases exactamente como lo hicieron los cristianos del primer siglo, debe ser igualmente por supuesto un oasis de refrigerio y fortaleza en medio de la crisis que atravesamos, debe ser un hospital para sanar las heridas del alma, debe ser un refugio donde las víctimas de maltrato, haya sido por raza, sexo, orientación sexual o creencias, se sientan seguras. La Iglesia NO es para inculcar el prejuicio de que los que tienen otras creencias religiosas o ninguna son malas personas sino para convocar como hiciera Jesucristo a todos los que tienen hambre y sed de justicia.

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