Las dos  rutas de las alianzas

Por José Nicolás Medina Fuentes

He planteado en los últimos años la necesidad de derogar la prohibición legal de las alianzas electorales. El 7 de marzo de 2022 dicté una conferencia sobre el tema.(1) Otras personas también lo han sugerido. Ha sido sorprendente la velocidad con que fue acogida la propuesta por los dos partidos emergentes MVC y PIP  en los pasados 4 meses. El bipartidismo la ha boicoteado pues está en juego su dominio.. El asunto no puede limitarse al aspecto jurídico. Así lo indiqué en ponencia durante  la presentación de mi nuevo libro.(2) Es vital abordar el problema desde la moral, voluntad, costumbre, afinidad y cooperación virtuosa entre partidos emergentes y sus tendencias, movimientos sociales y ciudadanía para construir convergencias dignas que lleven al poder a una tercera fuerza para un  gobierno, idóneo y  decente. Que adelante la  descolonización e instrumente las grandes reformas necesarias. Son dos rutas: impugnación jurídica y construcción de una nueva moral y voluntad aliancista. 

En un periodo especial,  cercano a la invasión norteamericana, a comienzos del Siglo 20,   boricuas ilustres desarrollaron amistades y afinidades determinantes. Lo ejemplificaron Rosendo Matienzo Cintrón y José De Diego mediante  la práctica común de la abogacía en Mayaguez en los 1890s. Luis Muñoz Rivera y José De Diego colaboraron durante los debates al interior del Partido Autonomista para  negociar la autonomía con el partido liberal español; y luego del asesinato de Cánovas del Castillo,  con el nuevo líder liberal fusionista español Práxedes Mateo Sagasta. Así también estos líderes concertaron esfuerzos   en el proceso electoral autorizado por la Carta Autonómica de 1897 y en el Gobierno autonómico elegido en los comicios de marzo de 1898. Esas afinidades de los 3 próceres fueron fundamentales  para la fundación del Partido Unión en 1904, una alianza plural ideológica  intra partido, ocurrida en periodo especial, que tenía la famosa Base 5ta, la cual promovía la independencia en protectorado junto a las otras dos fórmulas de estatus de la autonomía y estadidad. Y que se extendió a una alianza del Partido Unión con el pequeño Partido Obrero de Santiago Iglesias Pantín al que ofrecieron 6 candidatos en el listado común para la Cámara de Delegados durante la vigencia de la ley federal Foraker.(3)

Las alianzas electorales fueron permitidas por ley hasta 1919, luego se prohibieron por 5 años hasta 1924, año en que se deroga la prohibición. Desde entonces, las alianzas electorales fueron la costumbre general por 24 años hasta 1948. Ocurrieron durante un periodo especial, de depresión, guerras, y huracanes.

En los años 1924 a 1930 predominaron la Alianza Puertorriqueña entre el Partido Unión y el Partido Republicano y la Coalición entre los seguidores de Martínez Nadal y Santiago Iglesias Pantín. De 1932 a 1940 tomó prominencia  la Coalición de Republicanos liderados por Rafael Martinez Nadal y los Socialistas de Santiago Iglesias Pantin  y luego la Alianza Tripartita desde 1940 hasta 1948. En 1938 surge una alianza intra partido con la fundación del PPD. El programa común de esos partidos coloniales parlamentarios se fue fraguando como consenso general durante ese periodo especial centrado en las reformas y el llamado “self government” hacia el gobernador electivo. 

En el Código Electoral de 1977 se continuaron  reconocíendo los partidos coligados, definidos como aquellos que tenían candidatos comunes en sus columnas de papeleta. Véase mi ensayo del 7 de marzo de 2022 para una comprensión de las diferencias entre fusiones y alianzas electorales. No es hasta el 2011 que el bipartidismo PNP-PPD prohibió las fusiones electorales. En el Código Electoral de 2020 en el Artículo 7.9 se continuó con la prohibición de  las fusiones y en el Artículo 6.1 se extendió la prohibición a las coaliciones electorales de cualquier variante. 

Aún cuando las alianzas entre partidos electorales eran  permitidas legalmente, durante el periodo hegemónico del PPD desde 1948 hasta 1968, y desde el predominio del bipartidismo entre 1968 hasta 2011, las alianzas electorales no se practicaron por los partidos parlamentarios. Y no se practicaron por variados factores. Un fenómeno común durante ese periodo fue la relativa estabilidad del sistema colonial hasta finales del siglo 20.

A pesar de ser permitidas las  alianzas mediante fusiones electorales, en 1976 no hubo coalición o alianza electoral entre los dos partidos patrióticos PIP y PSP.  Esta dinámica centrípeta se evidenció en el rompimiento del PPD en el 1968 con Sanchez Vilella, del Partido Republicano y PNP en el 1968, el Tercerismo con el PIP  en el 1973, rompimiento del PNP con Hernán Padilla y Partido de Renovación en 1984. Pero entonces el bipartidismo tenía la capacidad de absorber la disidencia mientras las facciones no tenían centralidad. La dispersión continuó con el surgimiento de pequeños partidos y candidatos emergentes.

 Lo cierto es que no hubo voluntad ni costumbre aliancista en los partidos parlamentarios desde 1948 hasta el 2020, aún a pesar de que en las últimas dos décadas la nación puertorriqueña ha sido impactada por un periodo especial de crisis de deuda, fenómenos naturales y la pandemia. Y que se profundiza en tiempos recientes con los eventos globales de un proceso particular de tercera guerra mundial, crisis energética, tendencias inflacionarias y de recesión. 

Reiteramos, la dispersión partidista en todos los partidos parlamentarios fue costumbre general desde 1952 hasta el 2020 a pesar de ser legales las alianzas hasta el 2011. La dinámica durante ese largo  periodo de 1948 al 2011  fue centrípeta,  predominó la separación, el desprendimiento de facciones,  el sectarismo, aún cuando eran permisibles legalmente las alianzas electorales.

 Luego del año 2000 entramos en un periodo especial generado por el problema profundo de deuda que ha causado  la crisis estructural del andamiaje colonial, procesos de quiebra impuesto por la ley federal Promesa y erosión del bipartidismo. Esto queda demostrado cuando en 2012 el bipartidismo tenía un respaldo del 97% y los partidos pequeños un 3%. El PNP desgobierna desde el 2020 con un 33% de respaldo  electoral minoritario, sigue el PDP con un 31%. Mientras tanto, los candidatos a la gobernación de los partidos emergentes, aumentaron en 8 años, de un 3%  en 2012 a un 35% de apoyo de los electores en el 2020. Ha estado ocurriendo un cambio en la conciencia general, ilustrado en el flujo de respaldo hacia los partidos emergentes. Pero estos acudieron separados a los comicios. Continuo predominando el sectarismo partidista. A pesar de tener programas comunes en torno a las grandes reformas necesarias, gobierno decente, el status no estuvo en “issue” y plan descolonizador mediante asamblea de status convocada desde la ley 600, con diferencias en ciertos detalles. Pero al no trascender las estructuras partidistas y acudir fragmentados a los comicios, los partidos más pequeños no accedieron al gobierno. 

Como señalo en mi nuevo libro Enhebrar las Cuentas: Antología de Escritos Contemporáneos sobre Puerto Rico,   no se puede vislumbrar los medios cómo fetiches. Los medios no tienen vida propia, la dimensión moral se la imparte el humano al utilizarlos. El medio electoral puede ser ético, como cualquier medio, si adelanta los fines hacia una contra cultura de la emancipación nacional y la igualdad social. 

El clamor del pueblo puertorriqueño es claro: es vital dar un salto en calidad en todos los medios éticos y en particular en el medio electoral, para que en el 2024 se logre desbancar al bipartidismo neoliberal, egoísta, corrupto e inservible. Se impone una nueva moral y costumbre en la población que genere solidaridad, agrupación de  cuentas, convergencias, en diversos espacios, incluido el medio electoral. Ya sean  alianzas electorales tácitas, mediante contratos privados o en el último de los escenarios por voto mixto,  si persiste la  prohibición legal de las alianzas, y por mala fortuna no se avanza en la conciencia convergente. O a través de convergencias contractuales  formales electorales  solidarias, si se hubiera logrado derogar tal prohibición  por litigio judicial (más probable) o nueva legislación (menos probable en estos momentos). Tales escenarios mediante el acuerdo de  programas comunes, y el respeto a  las autonomías partidistas. Proceso que lleve a elegir un Gobernador, un Alcalde de San Juan, mayoría de alcaldías y legisladores de los movimientos sociales y partidos patrióticos y solidarios  emergentes.

Son dos rutas las que se fraguan en el horizonte: la impugnación judicial y parlamentaria de la prohibición de las coaliciones electorales y el cultivo de una nueva voluntad, moral y costumbre aliancista.   Como indico en mi reciente libro, debemos reconocer y superar los sinsabores, heridas y enconos que generaciones del presente podamos haber desarrollado  durante nuestra vida política y social  y en particular a raíz del proceso electoral del 2020. Y aunque es esencial el debate y diálogo de ideas, urge hacerlo con respeto y civismo. 

Para el pueblo humilde y afectado puertorriqueño ésta comprensión y campaña de la afinidad y amistad no debería ser tan difícil. Somos un pueblo amistoso y solidario. El distanciamiento que ha producido la pandemia y sus protocolos será  superado y  debemos aspirar a los encuentros constantes y continuos en las marquesinas, auditorios, calles y festividades de los boricuas. Y si hay que volver al distanciamiento pandémico coyuntural, debemos continuar desarrollando medios que fortalezcan la unión. 

 La presencia coincidente  y mensajes solidarios  durante la presentación de mi nuevo libro de Juan Dalmau, líder del PIP y de Manuel Natal,  líder del MVC, y sus declaraciones recientes de que cultivan una amistad y excelentes afinidades, atestiguan un hito histórico, la voluntad de ellos de elaborar rutas de convergencia. Porque de nada vale derogar las prohibiciones  legales de las fusiones y las coaliciones  contenidas en los Artículos 7.9 y 6.1 del actual Código Electoral, derogación que es necesaria,  si no hay voluntad, moral y costumbre de alianzas electorales.(3)

Hubo convergencias, afinidades, desprendimiento de humanos ilustres a principios del Siglo 20 en la entrada del nuevo coloniaje. Es mi esperanza que haya la moral, la costumbre, el desprendimiento, para hacer concertaciones diversas, incluida con preeminencia la electoral, en este periodo especial del Siglo 21, para despedir el colonialismo de nuestra patria hacia la conquista de nuestra libertad e implementar las grandes reformas necesarias que fragüen  la solidaridad nacional. 

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(1) Apuntes sobre las alianzas electorales en la historia y camino al futuro – Rebelión. 7 de marzo de 2022.
https://rebelion.org/apuntes-sobre-las-alianzas-electorales-en-la-historia-y-camino-al-futuro/

(2) La moral y costumbre aliancista sobre la prohibición jurídica. Rebelión. 20 de junio de 2022.
https://rebelion.org/la-moral-y-costumbre-aliancista-sobre-la-prohibicion-juridica

(3) Sugiero como tema de reflexión al interior del MVC poner al día la Base 5ta del antiguo Partido Unión de Puerto Rico en pleno Siglo 21. En el libro Historia de los Partidos Políticos Puertorriqueños :1898-1957, Tomo I de Bolívar Pagán a las páginas 110 a la 113 hay un trasfondo y la declaración de principios del Partido Unión, consistente en 7 párrafos, entre los cuales está el 5to que constituye la famosa Base 5ta propuesta y defendida por José de Diego. En el ensayo numerado 12 de mi nuevo libro titulado Dos contratos sociales y un contrato de la dignidad (pag. 177) y en el Epílogo (pag. 329) se contiene un punto de partida para una red independentista y que el MVC pueda discutir tres posturas dignas sobre el estatus en los principios éticos del MVC, que podría ser una forma de adecuar una especie de programa general con Base 5ta sobre la independencia dentro del MVC, formación pluri ideológica, similar al Partido Unión de 1904 y el PPD de 1938, pero atemperado a estos tiempos  y en ese sentido tener  en su programa la independencia nacional de Puerto Rico.

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