La descolonización a través del lente del «Mes Nacional de la Herencia Nativoamericana» en Estados Unidos

Por Javier Smith Torres, Red de Descolonización

La Resolución Conjunta 577 del 1990, propuesta y firmada por el presidente George H. W. Bush estableció noviembre como el Mes Nacional de la Herencia Nativoamericana en Estados Unidos. Por otro lado, en Puerto Rico celebramos esa herencia todos los días: hemos construido nuestra identidad y nuestro «mito fundacional»1 rescatando (o reimaginando) una continuidad histórica y espiritual con nuestrxs antepasadxs indígenas, sus líderes, sus errores, sus resistencias y su mestizaje; reconocemos cotidianamente que vivimos en una tierra taína (arahuaca) llamada Boriquén; y nos emocionamos ante el descubrimiento de señales de un lenguaje escrito2, petroglifos o artefactos3 que les reivindican ante una historia que sabemos incompleta. Todas estas celebraciones traen consigo una responsabilidad con los diferentes pueblos originarios de Las Américas, Nuestramérica, Abya Yala o Turtle Island. Esta responsabilidad, además, se profundiza cuando nos encontramos con las enormes implicaciones de la lucha anticolonial —lucha que es nuestra, pero no única a nosotrxs— y las muchas transformaciones necesarias para superar las relaciones de poder coloniales.

Para decenas de países formalmente libres, la colonia es algo que se vive a diario y que afecta su relación con el resto del planeta. El neocolonialismo perpetúa las relaciones coloniales de poder cuando las antiguas metrópolis o los nuevos dueños del mundo les imponen a los países “periféricos” diferentes mecanismos de explotación y control político, económico, presupuestario, simbólico o ideológico que les limita sus capacidades para desarrollarse plenamente o tomar decisiones políticas libres. Para otros cientos de pueblos y naciones integradas a los llamados «estados nacionales modernos», la colonialidad también se vive a diario y afecta su capacidad de controlar los factores necesarios para promover su bienestar y defender su existencia como gente, incluyendo el control sobre la tierra y los recursos naturales como el agua.

No obstante el mes dedicado a las naciones originarias de lo que hoy es EE.UU., las mismas se encuentran en este último grupo. En la profundización sobre las transformaciones necesarias para descolonizar plenamente, podría ser útil acercarnos a ellas e identificar ¿qué significa la descolonización para ellas y qué transformaciones exigen? ¿Cómo podemos solidarizarnos con sus reclamos en nuestro propio proceso de autodeterminación? ¿Cómo impactan sus luchas a las nuestras y viceversa?

En una publicación reciente4, Roxanne Dunbar-Ortiz, autora, historiadora y profesora emérita de California State University, nos reta a preguntarnos si ocultar el reclamo de descolonización para los pueblos originarios dentro del discurso de un Estados Unidos multicultural e inclusivo de la diversidad racial, podría hacernos cómplices de un tipo de «genocidio social» y alejar cada vez más el respeto y la igualdad que los grupos indígenas llevan exigiendo por siglos. Nos estimula a reconocer, como inmigrantes o personas en proceso de integración a la sociedad estadounidense existente, nuestra posible aportación al fortalecimiento de un sistema fundamentalmente opresivo para los pueblos originarios. Su llamado es a desarrollar un proyecto intencionadamente decolonial.

Las activistas Mahtowin Munro de la nación Lakota y Kimimilasha “Kisha” James de lxs Lakota y Wampanoag hicieron varios señalamientos destacables en un episodio del podcast de The Red Nation5 dedicado al Día Nacional de Luto6 que se grabó luego de las elecciones del 2020. En esas elecciones un número récord de personas de origen nativoamericano ganaron asientos en el congreso federal7. Joe Biden, quien ganó la presidencia, además, nombraría a la primera persona de origen indígena como secretaria de un gabinete presidencial (Secretaria del Interior). Cuestionan si una representación hipotética con el 2% de lxs oficiales electxs siendo indígenas significaría un cambio en el sistema colonial y si sería suficiente tener un asiento en «la mesa» o si, en cambio, sería necesario crear «algo» diferente basado en las realidades indígenas, negras y de personas pobres y trabajadoras (desde min. 56). Asimismo, plantearon la construcción de poder comunitario como la tarea principal de su descolonización y que una posible acción inmediata sería que el gobierno federal le devuelva a las naciones originarias decenas de millones de acres de tierra que administra a través del servicio de parques nacionales, comenzando con las sagradas Colinas Negras donde está ubicado el enorme monumento a la expansión estadounidense, Mount Rushmore.

Por su parte, el NDN Collective, que trabaja con el movimiento Land Back, publicó una posición sobre el militarismo8 donde comienzan reconociendo que las condiciones dentro de las reservaciones (con paralelos en Puerto Rico) y el alto estima reservado para «guerreros» llevan a que sus seres más amados se enlisten en la milicia en proporciones más elevadas que cualquier otro grupo étnico y cinco veces el promedio nacional. Articularon un llamado a la desmilitarización como una apuesta explícitamente anticolonial. Mencionan la contaminación que produce el aparato militar-industrial de EE.UU., su presencia desmedida con bases alrededor del globo y un presupuesto que es mayor que el presupuesto militar de las siguientes doce potencias combinadas. Incluso, se solidarizan con las luchas históricas de Puerto Rico.

¿Cómo les reciprocamos el reconocimiento? ¿Hasta qué nivel podemos escucharles e internalizar las preocupaciones que nos comunican? ¿Cómo consideramos sus demandas junto con las nuestras? ¿Hasta qué punto ignorarles nos haría cómplices de su opresión? ¿Qué implicaciones tendrían sus objetivos para el futuro de Puerto Rico?

La descolonización tiene sus contenidos y procesos. No es un trámite sencillo de un día para otro que se resuelve con un cambio de «estatus» o debatiendo entre los nombres que hoy le decidamos poner a nuestras preferencias particulares. La experiencia de las naciones originarias nos obliga a profundizar. Tenemos el deber de escuchar qué dicen otros pueblos colonizados y desarrollar los contenidos y procesos en coherencia y solidaridad con ellos. Que el cierre de este Mes Nacional de la Herencia Nativoamericana en Estados Unidos nos motive a estrechar lazos de amistad con esos pueblos de modo que las celebraciones sean más que simbólicas y nos hermanen en un propósito común.

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1 La historia que los pueblos hacen sobre sí, sus orígenes y su desarrollo
2 Ver adelantos investigativos sobre la llamada «Biblioteca de Agüeybaná», que ha desarrollado el arqueólogo Reniel Rodríguez Ramos. https://www.facebook.com/islacaribepr/videos/las-piedras-del-padre-nazario-autenticidad-de-las-enigm%C3%A1ticas-piedras/591350984944885/
3Alvarado León, Gerardo. Hallan canoa de la época colonial tardía en playa de Añasco. El Nuevo Dïa. 28 de noviembre de 2021. https://www.elnuevodia.com/ciencia-ambiente/otros/notas/hallan-canoa-de-la-epoca-colonial-tardia-en-playa-de-anasco/
4 Ver el primer capítulo de Not a Nation of immigrants en https://bostonreview.net/articles/the-united-states-is-not-a-nation-of-immigrants/
5 https://directory.libsyn.com/episode/index/show/therednation/id/21284048 Accedido el 25 de nov de 2021
6 Día que se celebra desde el 1970 en Plymouth, Massachusetts para desmitificar el día de Acción de Gracias y traer conciencia sobre las luchas de los pueblos nativoamericanos
7 Cobertura mediática. https://thehill.com/homenews/house/524697-native-americans-elected-to-congress-in-record-numbers-this-year
8 https://ndncollective.org/ndn-collectives-position-on-militarization/ Accedido el 25 de nov de 2021

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