La conciencia ambiental como dimensión esencial de la formación humana integral

Por Ángel R. Villarini Jusino, PhD

Esta es una propuesta1 para la construcción de un modelo de la conciencia ambiental como parte esencial de la formación humana integral de los y las educandas. El mismo pretende servir a los educadores para orientar y estructurar su práctica de enseñanza hacia una meta clara y evaluable y con una fundamentación conceptual, que permita entender la necesidad, propósito, significado y alcance educativo, ético y político de la misma. En este primer artículo exponemos dicha fundamentación; en un segundo presentaremos el modelo y algunas ideas para la puesta en práctica del mismo. 

Crisis ecológica y conciencia ambiental 

El filósofo español Fernando Bueyha señalado con gran acierto que: “El descubrimiento más importante que el conocimiento y la perspectiva ecológicos aporta al pensamiento contemporáneo es la existencia de un límite natural que choca con la persistencia de la cultura expansiva del productivismo industrialista en todas las formas que hemos conocidos durante el siglo XX. Esto quiere decir que la civilización industrial entra en conflicto por su manera de depredar la naturaleza y de esquilmar los recursos naturales no renovables con un obstáculo o límite básico y fundamental: la base natural de mantenimiento de la vida sobre el planeta Tierra. Buey señala tres factores que han contribuido a esta situación: el crecimiento de la población mundial, los hábitos dominantes de consumo y las opciones tecnológicas propias de la sociedad industrial. De mantenerse invariables estos factores, argumenta Buey, antes o después se producirá un colapso ecológico de consecuencias difícilmente calculables. Los planteamientos de Buey hacen claro que no es posible universalizar el modo de vida característico de las sociedades industrialmente avanzadas como los EEUU, Japón o la Unión Europea. Tal constatación obliga a interrelacionar crisis ecológica y desigualdad social en el plano mundial.2

La crisis ambiental ha sido reconocida como una de comportamiento de adaptación errónea por parte de la humanidad. Es por ello que la superación de la misma dependerá de los cambios que se realicen en el comportamiento de las personas en su carácter individual y social.  Dado que la educación puede cambiar nuestra percepción de la realidad y fomentar la conciención sobre esta crisis, la misma resulta un elemento indispensable para que, junto a otras estrategias, cuidemos de la salud del medio ambiente.

Debe quedar claro que frente a la crisis ambiental descrita, el remedio no está en el mero desarrollo de tecnologías o de políticas públicas. En el mejor de los casos, éstas tan solo pueden mitigar la situación. Lo que necesitamos es más bien una transformación radical en el modo como hemos concebido y construido nuestras relaciones con el medioambiente.3 Se requiere una nueva forma de conciencia.

Hostos en torno a la conciencia ambiental

Nuestra propuesta sobre esta necesaria nueva forma de conciencia se fundamenta en la tradición de educación reflexiva, crítica y liberadora que en el Latinoamérica se inicia con Eugenio María de Hostos. Para Hostos, la calidad de la vida humana depende de las relaciones que concebimos y establecemos con la naturaleza, los otros/ las otras  y nosotros/as mismos/as . A su vez, estas relaciones son resultado de nuestra conciencia en cuanto el órgano del conocer, del sentir, del desear y del hacer y, por ende, del comportamiento humano. Escribe Hostos al respecto: Para que el hombre fuera hombre, es decir, digno de realizar los fines de la vida, la naturaleza le dio conciencia de ella, capacidad de conocer su origen, sus elementos favorables y contrarios, su trascendencia y relaciones, su deber y su derecho, su libertad y su responsabilidad: capacidad de sentir y de amar lo que sintiera; capacidad de querer y realizar lo que quisiera; capacidad de perfeccionarse y de mejorar por sí mismo las condiciones de su ser y por sí mismo elevar el ideal de su existencia.4

 Gracias a que posee conciencia, el ser humano, está destinado a ser la o el  “obrero de la vida”. Define la conciencia como aquella fuerza que nace de la que por separado tiene el entendimiento, la sensibilidad y la voluntad; indicando con ello que la conciencia es un poder u fuerza interna (psicológica, espiritual) para en forma unitaria conocer, sentir, desear y hacer. En cuanto tal fuerza mueve, orienta, estructura, dirige el comportamiento humano. Puede entender la naturaleza por medio de la ciencia y empeñarse en protegerla y mejorarla gracias a la  moral, que le permite saber y optar por lo que le hace bien. 

La formación de la conciencia es la meta última de la educación, es decir, de todo el proceso formativo humano. Mediante la conciencia lo que debe ser deviene ser, realidad. Sólo por medio de la formación de la conciencia personal y colectiva sería posible concluir la verdadera liberación y construir relaciones buenas, saludables, justas hacia la naturaleza, los y las otras personas, y hacia nosotros mismos(as). 

Nuestra caracterización de la conciencia ambiental coincide con la definición de educación ambiental propuesta por la UNESCO: «[…]es un proceso permanente en el cual los individuos son concientizados sobre su ambiente y obtienen conocimiento, valores, habilidades, experiencias y la determinación que los capacita a actuar -individual y colectivamente-, a resolver problemas ambientales del presente y el futuro. …En el paradigma de desarrollo sostenible uno tendría que adherir a esa definición… como también para la satisfacción de sus necesidades sin comprometer las de las generaciones futuras.”5

Ciencia, ética y politica en la conciencia ambiental

Como se desprende del modelo de conciencia ambiental y salubrista, que presentamos más adelante, ésta no puede reducir el medioambiente a lo meramente físico. Por el contrario, se reconoce que nuestra relación con la naturaleza está mediada por la cultura y que por ende siempre nos encontramos en la naturaleza desde una particular forma de interpretación y valoración y de organización social, es decir desde una forma particular de conciencia. Es precisamente esta forma de relación histórica-cultural, cristalizada en una conciencia, la que tiene que convertirse en objeto de estudio y transformación en la formación de la conciencia ambiental y salubrista. 

Desde esta perspectiva coincidimos con la conceptualización de “lo ambiental” que hace Miranda Vera: Lo ambiental” como forma cualitativamente diferenciada de relaciones materiales lo podemos definir como aquella categoría que expresa el resultado de las formas concretas de relación sociedad-naturaleza que se dan históricamente, en correspondencia con el nivel de desarrollo de la actividad práctica social que la direcciona. De ahí que lo ambiental contenga a su vez las formas históricas en que se despliega la relación medio ambiente-desarrollo y en ese sentido, sea un concepto mucho más amplio que el de medio ambiente, una vez que lo ambiental corresponde a un nivel de relaciones materiales mucho más complejas que aquellas formas que le preceden (relaciones abiógenas y relaciones ecológicas).6

La crisis ambiental, la necesidad de desarrollar frente a la misma la conciencia ambiental que oriente y estructure el comportamiento hacia un desarrollo humano sostenible, nos lleva a definir una nueva relación en los procesos educativos entre ciencia,  ética y política. Hostos veía una estrecha relación entre la ciencia, la moral y la política. La primera proporcionaba un fundamento objetivo, es decir científico, a la moral; a su vez la moral y la política dotaban de una nueva finalidad, no meramente tecnológica, la ciencia: estudiar y dará a conocer las leyes que rigen en la naturaleza para que esta pueda desarrollarse plenamente mediante el comportamiento individual y colectivo bueno, sano, justo de los seres humanos hacia la misma.  

Sólo así puede el ser humano cumplir con su misión de ser “obrero de la vida”, es decir el llamado a conocerla, apreciarla y perfeccionarla. Sólo así se entiende el sentido espiritual o trascendente de la ciencia y la ética y política que debe orientarla. Estas ideas de Hostos guardan una estrecha relación con los intentos actuales de construir una ética ecológica y sirve de fundamento a nuestra propuesta de una educación orientada al desarrollo de la conciencia ambiental y salubrista.

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1. Las ideas aquí expuestas son tomadas de: Villarini Jusino, Ángel R., La conciencia ambiental y salubrista como competencia humana general. 2014. Biblioteca del Pensamiento Crítico. www.ofdpinternacional.com

2. Buey, Fernando. Ética y filosofía política. Tema 3. Crisis ecológica y ética medioambiental. Disponible en: http://www.scribd.com/doc/32272673/eticaf

3. Schleicher, K (1989) Beyond environmental education: The need for ecological awareness. International Review for Education, UNESCO Institute for Education, 35 (3)

4. Hostos, Eugenio María de (1996) Tratado de moral. Edición crítica. Universidad de Puerto Rico: San Juan, Puerto Rico.

5. UNESCO Institute for Education (1985). A comparative survey of the incorporatíon of environmental education into school curricula. Paris: Unesco/UNEP International Environmental Education Program, Environmental Education Series 17.

6. Miranda Vera, Clara E. (1997) Filosofía y medio ambiente. Una aproximación crítica. Ediciones Taller Abierto: México, D. F.

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