Por una Nueva Reforma Agraria desde y para los Pequeños y las Pequeñas Agricultoras del País

Comunicado de la Red Sectorial Agrícola en Conmemoración del Día Internacional de la Lucha Campesin

El día de hoy, 17 de abril, es conmemorado por La Vía Campesina —la organización de pequeños agricultores/as más grande del mundo— para recordar la masacre de El dorado do Carajás en 1996, donde la maquinaria del Estado brasileño, en complicidad con los intereses del agronegocio, asesinó a 19 campesinos/as que defendían su derecho a la tierra.  

El 17 de abril también se destina para destacar y denunciar la continua criminalización, opresión y represión del campesinado, trabajadores/as del campo. Indiscutiblemente el principal motor de estos ataques son las multinacionales y los grandes Agro-Negocios que operan en contubernio con gobiernos Neo-liberales en el Sur Global (Latino America y el Caribe, Africa, el Medio Oriente, y el Sudeste Asiático). Algunos de los efectos nefastos generados por el neoliberalismo son el acaparamiento masivo de tierras por consorcios multinacionales para, entre otras cosas, el monocultivo de soja y palma aceitosa transgénica,  la firma de tratados de libre comercio y el aumento considerable en la importación de alimentos desde el Norte Global,  la drástica eliminación de programas, servicios y subsidios agrícolas para la pequeña agricultura familiar y la masiva emigración de la juventud.  

Si bien es cierto que en Puerto Rico no existe la abierta represión contra dirigentes del campesinado y comunidades rurales que existe en países del sur global, no es menos cierto que nuestra pequeña y mediana agricultura vive el asalto inmisericorde del neoliberalismo. Llora antes los ojos de Dios saber que entre los años censales de 1987 y 2018, el rublo de la producción agropecuario de pequeña escala- es decir fincas entre 3 y 50 cuerdas -se redujo en más de un 65%. Este dato es desolador no solo porque supone el vaciamiento de nuestros campos, sino que explica la causa del porque el país importa más del 80% de sus alimentos. Es un hecho constatado que son los pequeños y las pequeñas agricultoras quienes alimentan el mundo. Por tanto, la dependencia alimentaria de Puerto Rico surge del hecho de que en los últimos 30 años, sobre 11,770 fincas pequeñas y medianas han dejado de producir. En cualquier otro país del mundo esto sería causa de profunda consternación y de emergencia nacional. No obstante en Puerto Rico, ni los rojos, ni los azules han hecho algo al respecto; antes bien, son los responsables de semejante descalabro. En efecto, en los últimos 30 años el bipartidismo ha impuesto sendas reformas neoliberales sobre el Departamento de Agricultura y agencias afines, con la intención de asegurar las ganancias de los grandes agro-negocios y agro-importadores a expensas de la pequeña agricultura y la  soberanía alimentaria del país.

Así las cosas, el Departamento de Agricultura le ha dado la espalda a los pequeños agricultores y agricultoras del país; recortando programas y eliminando subsidios vitales para la pequeña agricultura, toda vez que se ha convertido en el facilitador de las  grandes agro-empresas y de los amigos del alma de los rojos y los azules. Otro gran responsable de la debacle que ha sufrido la pequeña agricultura en Puerto Rico es la Asociación de Agricultores de Puerto Rico. A la Asociación de Agricultores de Puerto Rico no le importa la suerte que pueda correr la pequeña y mediana agricultura en Puerto Rico. Antes bien se esmera en asegurarse que los fondos del Departamento de Agricultura lleguen primero a los sectores que representa, es decir a la grandes agro-empresas: los matadero del norte, los torrefactores del centro, las grandes fincas del sur y el suroeste, y por supuesto, las semilleras transnacionales que se han quedado con las mejores tierras de Puerto Rico. Para colmo de colmos, la Asociación de Agricultores de Puerto Rico es miembro de la Farm Bureau Federation de los Estado Unidos, organización que representa a las mega agro-empresas norteamericanas; las mismas que inundan nuestro país con sus productos baratos, altamente procesados y altamente subsidiadas por el USDA. 

Por último, no podemos dejar de señalar a los grandes importadores/mayoristas, es decir, Compañías como B. Fernández y Hermanos, Puerto Rican Supplies y Pan American Grain, y las megatiendas multinacionales como Walmart y Costco que no solo se lucran de la creciente dependencia alimentaria del país, sino que la adelantan activamente a través de su cabildeo político a la Cámara de Mercadeo, Industria y Distribución de Alimentos, mejor conocido como MIDA.     

Es sabido que nuestra dependencia en la comida importada enlatada y altamente procesada no solo nos enferma si no que nos hace vulnerables ante catástrofes climáticas o cualquier otro incidente que interrumpa la actividad portuaria. Es sabido que nuestros municipios rurales subsisten bajo el flagelo de una permanente crisis económica por la que nuestra juventud no tiene otra opción que migrar por falta de oportunidades laborales y horizontes de vida digna. Así nuestro campo se ha convertido en una gran madriguera humana, cuyo principal producto de exportación no es otro que sus hijos e hijas. El remedio para todos estos males sociales no es más mantengo federal, mientras unos cuantos pejes grandes con sus padrinos políticos del bipartidismo acaparan los poquitos fondos, subsidios y programas del Departamento de Agricultura.  ¡No! La solución a la debacle social y económica en la que se encuentra nuestro Puerto Rico no es más que el desarrollo  de su propia industria, y principalmente de una agricultura robusta, familiar, y campesina. Una agricultura que además de sustentable y diversa, sana y nutritiva, pueda ofrecer condiciones dignas de vida tanto para jóvenes como para las futuras generaciones. Una agricultura que no solo  genere riquezas  que se queden en el país sino que se distribuya de forma justa y equitativa y cuyos principales beneficiarios no sean otros que los pequeños y medianos agricultores del país. Para ello, el sector agrícola necesita acceso a tierra fértil, a maquinaria, a agro-insumos y a mano de obra. Necesita protección ante acaparadores e intermediarios, garantías de precios justos y protección ante las importaciones. Necesita ser el primero en recibir ayudas estatales y estar en la mesa chiquita donde se toman decisiones sobre la política agrícola del país.

En fin necesitamos una nueva y profunda reforma agrariaorientada 1) al avance en la soberanía alimentaria con justicia social para los pequeños agricultores y agricultoras del país; y 2) la transición agroecológica en el marco de atajar los graves problemas ecológicos y socio-económico relacionados con la agricultura corporativa. 

Pero nada de esto se podrá lograr sin voluntad política, y no hay voluntad política en donde siga reinando el bipartidismo neoliberal.  El compromiso nuestro con la victoria electoral de MVC  emana justamente del reconocimiento que no puede haber soberanía alimentaria, ni transición agro-ecológica,  ni mucho menos desarrollo agrícola con justicia social para los pequeños agricultores y agricultoras del país sin la toma del poder político y la implementación de una profunda reforma agraria. La solución es política, la solución es el Movimiento Victoria Ciudadana. 

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