Juneteenth, la victoria indígena en Little Bighorn y la descolonización consciente de Estados Unidos y Puerto Rico

Por Javier Smith Torres || Red de Descolonización

Durante el mes de junio, Estados Unidos conmemora dos eventos que nos presentan debates sobre lo que es o lo que podría ser ese país como unidad política indisoluble e indivisible. El 19 es el Día de la Independencia Nacional ‘Juneteenth’, mientras que el 25 y 26 marcan la victoria de la alianza de varias tribus indígenas en la batalla de Little Bighorn. Se ha señalado en el pasado la necesidad de superar la visión de EE.UU. como una entidad estática y homogénea y se han descrito las reivindicaciones progresistas allá como aliadas naturales de la lucha por la descolonización acá. Eventos como estos nos dan puntos de partida para movernos conscientemente en esa dirección.

Juneteenth y la tarea pendiente de reconstrucción

Dos meses después de la rendición del general sureño Robert E. Lee en la Guerra de Secesión, y dos años y medio después de la Proclama de Emancipación que pretendió liberar a las personas esclavizadas en los estados secesionistas, ocurrió el primer Juneteenth. Llamado así por «June Nineteenth» de 1865, recuerda la fecha en que el ejército unionista comenzó una marcha de casi un año a través del último estado rebelde, Texas, dándole una fuerza práctica a lo que se había firmado en papel e informando a las personas esclavizadas que ya eran libres. La fecha también marca la esperanza del período de “Reconstrucción”, que probó ser posible sólo a través de la ocupación militar y la absoluta separación de la sociedad esclavista del sur de su capacidad para perpetuar su sistema de opresión.

Sin embargo, el mismo aviso que comenzó a recorrer Texas ese 19 de junio —que advirtió a las personas liberadas que no se les aceptaría pidiendo o vagando por puestos militares o ningún otro lugar, sino que debían quedarse tranquilas en los hogares donde vivían— fue vaticinio de las limitadas aspiraciones del bando victorioso. Este desentendimiento se juntó con un racismo que trascendía las diferencias regionales y de clase para «pasar la página» y desmantelar el proyecto reconstruccionista. Una componenda electoral entre demócratas y republicanos en 1877 aceleró la retirada del ejército federal a lo largo del Sur y permitió revertir adelantos como derechos electorales o procesos de distribución y adquisición de tierra para las personas recién liberadas. La promesa del nacimiento de un nuevo Estados Unidos se retrasaría por más de un siglo.

La derrota de la Reconstrucción también fue significativa por razones existenciales. La forma en que las sociedades estructuran sus relaciones económicas y sociales es parte de su idiosincrasia, pero los mitos fundacionales también son inescapables. Toda sociedad desarrolla «narrativas» que le dan significado a su vida colectiva. En el año 2019, la periodista investigativa Nikole Hannah-Jones publicó una serie para el New York Times, donde presentó a EE.UU., su cultura y su sistema económico como herencias directas de la esclavitud y de las personas negras esclavizadas. El primer capítulo describió cómo las experiencias compartidas por unas personas que, a diferencia de los colonos, jamás podrían volver a ser quienes habían sido antes, y la imposición de marcos raciales hasta entonces desconocidos, obligaron al desarrollo de una identidad unitaria autóctona mucho antes que existiera Estados Unidos.

«En agosto de 1619, un barco cargando a más de veinte personas africanas esclavizadas llegó a la colonia británica de Virginia. Aún Estados Unidos no era Estados Unidos, pero éste fue el momento donde comenzó.»

Surge la pregunta obligatoria. ¿Qué significa para Estados Unidos recentrar su mito fundacional en la llegada de esas personas en 1619; en eventos como la Rebelión del Río Stono de 1739; en el 19 de junio de 1865; o en algún otro momento además del 4 de julio de 1776? El Día de la Independencia Nacional ‘Juneteenth’, nombrado así a conciencia, es, entonces, más que una celebración, una idea que se comienza a articular enfrentando el statu quo y la violencia con la posibilidad de un nuevo comienzo.

La victoria indígena en Little Bighorn

Por otro lado, en plena guerra contra la secesión del sur, el gobierno de la Unión implementó la Ley de Asentamientos Rurales, fomentando una incursión hacia el Oeste como nunca antes. La forma de vida de las naciones originarias y su control sobre el territorio interferían con la promesa del Destino Manifiesto. Los tratados de reubicación se volvían insostenibles y erráticos según cambiaban las necesidades del proyecto colonizador nacional. Entre agosto y septiembre de 1862, la tribu Dakota-Sioux se enfrentó a las fuerzas de ocupación de Minnesota. Al final del año, el presidente Abraham Lincoln consentiría a la ejecución de 38 guerreros, marcando el lugar del asesinato de George Floyd, en el 2020, como el lugar de la más grande ejecución en masa de la historia de EE.UU..1

700 millas al oeste, cuando se descubrió oro en las Colinas Negras a mediados de la siguiente década, Toro Sentado, Caballo Loco y otros líderes espirituales y guerreros forjaron la unidad de varias tribus Sioux, Cheyene y Arapaho para enfrentar una amenaza similar.2 Desafiando las órdenes del gobierno estadounidense, varios bandos inspirados por estos líderes se negaron a regresar a sus reservaciones luego de la temporada de caza. No estaban dispuestos a continuar cediendo: defenderían sus existencias y vidas como pueblos libres hasta el final.3

Luego de varios choques con otras compañías, llegaría el punto culminante entre el 25 y 26 de junio de 1876, cuando se encontraron con el general George Custer en el valle del Río Little Bighorn. En la batalla murieron el general, la totalidad de las compañías bajo su mando directo, 16 oficiales y la mitad de todas las tropas destacadas. En lo militar, fue una victoria decisiva. En el terreno de las simpatías y lo simbólico, mínimamente está parejo. Al lado de los monumentos al ejército estadounidense, se han erigido placas y memoriales para recordar a los guerreros indígenas y su forma de vida. El parque ya no lleva el nombre del general estadounidense y en las Colinas Negras se talla en la montaña un inmenso monumento a Caballo Loco como contrapeso al Monte Rushmore.

Sin embargo, la descolonización no es tan sencilla. Como articula Theda Perdue4, existe la tentación de pasar la página con honores, romantizaciones y remordimientos inofensivos. La alianza que logró la victoria en esa batalla pronto se desbandó. Algunas tribus se entregaron y otras continuaron sus vidas errantes, acosadas y perseguidas hasta su rendición5. No existe duda sobre quiénes ganaron las “Guerras Indias”, ni esa ni otras que aún estaban por ocurrir, pero el problema de la ocupación colonial no se resolvió. Procesos de reparación de agravios y reconstrucción, la restauración de derechos sobre la tierra y el reconocimiento de soberanías nacionales son mecanismos para la rendición de cuentas, la transformación genuina y la sanación.

Desde la intención de solidarizarnos con las luchas progresistas y descolonizadoras en Estados Unidos, debemos prestarle atención particular a las luchas de las personas afroestadounidenses y de los pueblos originarios. Estados Unidos aún es un país en desarrollo, pero existen premisas que se deben cuestionar. Los contextos alrededor de Juneteenth y la Batalla de Little Bighorn ofrecen algunas claves para hacerlo. En Puerto Rico nos toca apoyar con nuestras propias reflexiones. La descolonización no es cualquier cosa —no es «pasar la página». Entonces, ¿cómo nos posicionamos para apoyarles en esa transformación necesaria? ¿Desde dónde? ¿Con quiénes? Que nuestros reclamos no nos hagan cómplices de las estructuras coloniales dominantes. Movámonos hacia la descolonización con consciencia.

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1. Vogel, Howard J. (2013) «Rethinking the Effect of the Abrogation of the Dakota Treaties and the Authority for the Removal of the Dakota People from their Homeland,» William Mitchell Law Review: Vol. 39: Iss. 2, Article 5. Disponible en: http://open.mitchellhamline.edu/wmlr/vol39/iss2/5
2. Cozzens, Peter (2017)
La tierra llora: La amarga historia de las Guerras Indias por la Conquista del Oeste. Desperta Ferro Ediciones, Madrid,
3. Powers, Thomas (2010)
The Killing of Crazy Horse. Alfred A Knopf, Nueva York.
4. Perdue, T. (2012). The Legacy of Indian Removal.
The Journal of Southern History, 78(1), 3–36. http://www.jstor.org/stable/23247455
5.  Powers, Thomas (2010)
The Killing of Crazy Horse. Alfred A Knopf, Nueva York.

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